jueves, 24 de marzo de 2011

La vida es cruel, la muerte traidora

Yo soy (o mejor dicho era) como Andrés Montes y me creía esa mítica frase de “la vida puede ser maravillosa”, pero demasiadas veces ella misma se encarga de recordarnos la coletilla de “no quiere decir que lo sea”.

Hoy, si interesa mi opinión, y como me estáis leyendo doy por sentado que sí, pienso que la vida es cruel. Es el mecanismo más cruel jamás montado capaz de darte todo y quitártelo a una velocidad de vértigo y ríete tú de la velocidad de la luz.

El último episodio al respecto me tocó vivirlo esta mañana. La vida volvió a ser cruel, una vez más. Nos hizo creer que la recuperación de una persona querida era posible, que el bache estaba ya superado, que los primeros rayos de Sol de la primavera habían hecho florecer la vida en ella a cual almendro florece con los últimos vestigios del invierno. Pero como decía, la vida fue cruel y sólo fue un espejismo. Porqué como una helada tardía nos arrebató su vida de las manos cuando más aferrada en nosotros la teníamos, o creíamos tenerla.

Y eso lo hizo la muerte. Porqué la muerte no es cruel, es traidora. Lo es precisamente por su incapacidad de venir de frente, aprovechando los momentos en que baja la tensión para atacar por la espalda y robarnos lo más preciado que tenemos, nuestra vida. Lo hace de noche y cuando dormimos, con nocturnidad y alevosía que diría la policía. Como una helada tardía que hace caer en el olvido las flores blancas del almendro, la muerte llega sin hacer ruido causa sus estragos y se va con su botín.

Es por esto que la vida es cruel y la muerte es traidora. Para mi hoy la vida es menos maravillosa de lo que era hace unas horas. En estos momentos, en que ya nada se puede hacer, en que todo esfuerzo es en vano, tan sólo quiero honrar tu memoria, la de una persona de las de antes, con una fuerza vital que era envidiable y una voluntad de hierro haciendo gala que las personas de antes eran de otra pasta. Y yo, para ello, te escribo estas letras para que estés donde estés sepas que te acabas de ir y ya te estamos echando de menos. Sólo espero que los ángeles le hayan dado un buen trayecto, porqué si existe aquello que llaman cielo, seguro tiene un lugar privilegiado en él.

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