jueves, 7 de abril de 2011

Punto de ruptura

Llegan momentos en la vida que uno piensa en lo que ha hecho, en lo que está haciendo y tal vez en lo que sea más importante, en lo que queda por hacer. Siempre llega un momento en que cada decisión que tomes acaba siendo un punto de ruptura. Un punto en el que cada avance acaba significando un cambio significativo.

Siempre acaba siendo difícil darte cuenta de estos puntos de ruptura antes que pasen, e incluso, cuando estás de lleno en ellos. Sin embargo, sus consecuencias se acaban reflejando al cabo del tiempo, cuando la ruptura correspondiente es inevitable y el devenir del tiempo te ha llevado a un punto de no retorno.

Se suele pensar que la mejor manera de no entrar en este espiral continuo de puntos de ruptura es no tomar decisiones y, simplemente, dejarte llevar por el corriente del río de la vida. Pero, al fin y al cabo, dejarte llevar acaba siendo una manera de tomar una decisión, y se decide no hacer nada. Rompes con la facultad de decidir y eliges dejarte llevar.

Todos estamos obligados a entrar a jugar al juego de la vida, pues son nuestros padres quienes deciden lanzar los dados por primera vez, y arrancan nuestros motores; pero una vez en el circuito es cuestión personal saber cuando hay que cambiar de marcha, acelerar, frenar o dar un paso al frente.

Hay veces que avanzas sin tener claro a lo que te lanzas, pero en que sabes que ha llegado tu punto de ruptura. Una vez estás en esa situación, no queda más que seguir hacia delante sabiendo y aprendiendo de lo que te queda atrás, con la vista al frente y luchando por lo que crees, por lo que debes o por lo que has de hacer a partir de ese momento.

Una vez en este espiral solo queda luchar, trabajar y aguantar hasta que tu vida te lleve a una nueva encrucijada, de 4 caminos, hasta el nuevo punto de ruptura.

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