Aún recuerdo aquella mañana que salí de casa, en que iba a
comerme el mundo. El aroma de hierba mojada se mezclaba con las gotas de
perfume que se habían precipitado en el cuello de mi camisa, tras una fina
lluvia de aquella fragancia que rara vez no me acompañaba. Eran tiempos para
recordar, de aquellos en que sabes y te sientes el mejor, en que nada te
doblará la rodilla pues era el dueño de mis propias decisiones.
No
sabría bien que sonaba en mi cabeza… Si la marcha nupcial, el himno de la alegría
o cualquier canción pensada para que los hijos de un dios menor nos sintiéramos
realizados. Sin embargo, era algo alegre, eso seguro. Las ilusiones estaban puestas en un factor,
que creía controlar, y sin embargo, de todo el proceso era el único que no
dependía de mi. Era mi variable independiente.
Pero el
honor tiene esas cosas, especialmente cuando se mezcla con orgullo. Uno se cree
que él es la variable independiente y que el resto acaban colgando, cuando en
realidad es una de las más dependientes de las variables que acaban formando
porte de la ecuación. “Más fuerte será la caída” decía siempre el abuelo,
cuando veía a alguien que no tenía en cuenta esos factores. Y yo, como cual
novato recién salido de casa, se me olvidó ese detalle.
Así
pues me encontré en medio de una encrucijada, sin tener ningún margen de
maniobra y sin poder reparar los daños causados por la inconsciente decisión de
tomar por seguras las cosas que no dependían de mí. No sabría calcular las
pérdidas de tal error, porqué ni tan siquiera yo mismo había calibrado que la
opción acabase siendo nula. Solo sé, que desde aquella mañana, en el que la
brisa me traía un aroma a hierba mojada entendí la insistencia en tener las
cosas atadas y bien atadas.
Solo quedaba dar la cara por un
error que no era de nadie más que mío. Por confiar en la buena voluntad de las
personas y en su buen hacer, puesto que uno siempre presuponía que el bien
colectivo debería primar sobre el individual, sin embargo ya lo decía
Maquiavelo: “El hombre es perverso y egoísta. Solo se preocupa de su seguridad
y de ganar poder” (El Príncipe).
En otra
vida habrá que prestarle más caso a las clases de matemáticas… Aquellas en que
la profesora siempre te explica la importancia de la variable independiente…