El peso de las decisiones es aquello que te acompaña desde que tomas una, hasta que lo decidido acaba sin tener importancia. Aquel espacio temporal, ya sea corto o largo, en función del tema, acaba marcando el porvenir de un futuro inmediato. Llegados a este punto, uno se da cuenta que cada vez que parpadea acaba tomando una decisión. Desde el color de los zapatos hasta el que quiero ser de mayor.
Solo el paso de los días acaba dando por buenas y malas las decisiones tomadas. Sin embargo, siempre es peor una mala decisión que no hacer nada, pues el tono grisáceo de una vida dejada llevar por las distintas corrientes de personas que deciden por nosotros acaba creando masa en lugar de persona.
Quizá este sea el punto en que se encuentra nuestra sociedad. La masa ha rebasado la persona y seguimos inmersos en una espiral de decisiones que toman por nosotros más allá de los intereses del gran grupo. La última, la que me provoca más indignación es la petición de gran parte de la masa: retirar los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro para darlos a Madrid... Me ahorraré los comentarios más brutales y solo diré... ¿En que país vivimos? En lugar de pensar... deberíamos estar en la calle se piensa... mientras estos están en la calle a ver que les podemos robar.
Llegados a este punto, y parafraseando al profesor Burguet, padrino de mi graduación... ¿Esta gente se puede mirar en el espejo y no horrorizarse? Si es así, sin duda tenemos lo que nos merecemos, una sociedad aborregada que se deja llevar por las corrientes de mandatarios que no ven más allá de sus propios intereses, ubicados en las atalayas del centro de la península.
Seré un romántico, muchas veces lo pienso. Pero el defender lo que uno cree no es individualismo, más allá de lo que pueda parecer, si no es la viva representación de que hay vida bajo la carne, de que somos algo más que carneros en un rebaño y, en definitiva, que las bases de la democracia que sentaron en al Grecia clásica aún no están perdidas.
Debemos luchar por nuestros derechos, defender lo que sea defendible y apelar al cambió de las cosas innecesarias. Probablemente, des de mi pequeña conciencia, seguiré soñando en que cambiar esto es posible. Como suelo responder siempre, tenemos que ir a mejor por fuerza, porqué aunque sea complicado yo sigo creyendo en el ser humano. Humanista, tal vez por obligación, pero al fin y al cabo humanista.
Aunque solo una persona logre cambiar su estrella, el esfuerzo del colectivo habrá merecido la pena. Lucha, siente, y en conclusión vive. Lleva las riendas de tu vida y atrévete a salir del rebaño, es muy probable que lo que veas te guste y ya jamás quieras dejarte llevar.
miércoles, 26 de junio de 2013
martes, 11 de junio de 2013
La democracia se hunde desde su cuna
Once de junio de 2013, esta ha sido la fecha que ha escogido
el gobierno de Grecia para anunciar el cierre de la televisión pública. Es
decir, la democracia tal y como la hemos entendido en toda nuestra vida empieza
a dejar de tener sentido justo en el lugar donde nació.
Puede sonar a un texto corporativista, pero no lo pretende.
La frase sin periodismo no hay democracia es, cada día que pasa, más cierta. Y me
atrevo a añadir que sin periodistas, pero hablo de PERIODISTAS y no pica
letras, tampoco hay periodismo. Sin el valiente capaz de jugarse su vida para
contar la verdad, que no le tiemble el pulso para denunciar irregularidades,
que haga llegar todos los puntos de vista a la gente… sin él nuestra sociedad
carece de sentido. Y en Grecia hoy les dieron una estocada.
Es por eso que hoy es un día triste. Y, además, no podía ser
en otro lugar. La cuna de nuestra civilización, aquella cuyas enseñanzas han
perdurado más allá de siglos y milenios… hoy nos dice que ha empezado a apagar
las luces y que la fiesta de la democracia entona sus últimas canciones.
No puede sorprendernos. Pues sus vecinos, los antiguos
romanos, ya nos lanzaron el primer globo sonda al dotar de poderes máximos un
ser no pasado por las urnas. Sí, más o menos como la República romana que, en
situaciones de emergencia, contemplaba la opción de convertir al César en
dictador supremo. Un par de milenios después, el gobierno de Italia cedió a las
presiones del centro de Europa y abdicó. No fue Odoacro quien acabó esta vez
con el gobierno romano, si no Angela Merkel. Pero el resultado fue el mismo.
Francia, o mejor dicho, los ideales de la revolución
francesa dejaron claros la necesidad de los tres poderes: ejecutivo,
legislativo y judicial. Sus pensadores, ya entonces, utilizaron el cuarto (la
prensa) para difundir su ideario ya fuere en hojas, gacetas o mediante la
enciclopedia de Diderot. Ya entendieron que sin información no hay libertad.
Va siendo ya hora que, más allá de nuestra profesión, nos
planteemos que pasa en nuestro alrededor. Si estamos dispuestos a vivir en un
mundo de silencios ante las violaciones e injusticias o si por el contrario
vamos a luchar para ser cada día más libres. Hoy, sin duda, las tinieblas le ganan
a la luz.
Veremos qué pasa mañana…
lunes, 3 de junio de 2013
Els fantasmes de la Transició
Per contextualitzar
aquesta entrada al blog, he de dir que jo vaig néixer quan la democràcia era un
fet, sobretot gràcies a tres persones tan diferents com un comunista (Santiago
Carrillo), un centrista (Adolfo Suárez) i un militar (Gutiérrez Mellado) que amb
la seva valentia van contribuir a salvar la democràcia espanyola quan tots els
demòcrates s’amagaven sota les taules i cadires dels seus escons i el Rei
jugava a veure-les venir sense pronunciar-se. I no s’entengui com una crítica,
si no com una realitat.
Parlo de
fantasmes de la transició perquè, sembla ser, que als qui no l’hem viscut se’ns
prohibeix tàcitament posar-la en qüestió. Escoltant l’altre dia a la Marina
Llansana a la tertúlia de Catalunya Ràdio, vaig tenir aquesta mateixa sensació.
Quan ella plantejava els dubtes del que s’havia fet bé i malament, els que
aleshores ja eren polítics li parlaven amb un to alliçonador, volen dir “ves
que dius si tu no ho vas viure”. I realment, vaig sentir molta molta ràbia, més
encara quan ara, alguns dels protagonistes de la transició van reconeixent errors,
tot i que ho fan en comptagotes.
Sembla ser que
els fantasmes i les tenebres d’aquells dies s’hagin de tapar sempre. Que no es
pugui posar llum a una sèrie de situacions que, en gran part, han menat cap al
país que hi ha avui en dia. Llavors, ja sigui per por o per prudència, no es
van afrontar autèntics problemes. Els encaixos nacionals es van voler diluir i
la pantomima de les comunitats autònomes va quedar retratada amb la creació de
realitats tan fictícies com la Comunitat de Madrid. No sé si pretenia ser un
Washington DC, però l’estructura dista molt de l’americana. A més a més, sempre s’explica que Catalunya
no té concert econòmic perquè “va arribar tard”. De veritat? A mi em costa molt
de creure aquesta explicació i sí que m’encaixa molt més que l’aportació al
fons comú de Catalunya (uns 6 milions d’habitants aleshores) era força més gran
que la d’Euskadi i Navarra. Ara, Roca i Junyent, reconeix que no haver
aconseguit el mateix tracte fiscal fou un error. Trenta anys després, però es
reconeix.
Probablement els
que ho van viure diran que no es podia fer de cap més manera, que s’havia de
cedir pel bé comú. Però a dia d’avui, trenta anys després, les concessions
fetes aleshores continuen ben vigents. De manera preponderant una. El cap d’estat
d’Espanya és el mateix que va deixar Franco. Tal vegada no amb la fórmula que
hagués desitjat el dictador, però sí en la persona. La transició democràtica
només pot acabar quan es deixi de tenir un cap d’estat per la gràcia de Déu, o
per la gràcia del Generalísimo i se’n tingui un per voluntat popular. Ja
comença a ser hora que s’afronti l’autèntic debat.
Però sembla que
no, que parlar dels problemes que fan d’Espanya un estat inestable, que fan que
hi hagi molta gent que ens en vulguem independitzar encara no toca. És
impossible avançar sense deixar de mirar al passat. És clar que cal saber d’on
venim per tenir clar on volem anar, però ja va sent hora que s’afrontin amb
valentia els fantasmes que va deixar la Transició. Tot i que, molt em temo, que
al Congrés dels Diputats ja no queda gent de la que mira al perill als ulls i
li diu: “no em mouré d’aquí passi el que passi”.
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