miércoles, 26 de junio de 2013

Dejarte llevar

El peso de las decisiones es aquello que te acompaña desde que tomas una, hasta que lo decidido acaba sin tener importancia. Aquel espacio temporal, ya sea corto o largo, en función del tema, acaba marcando el porvenir de un futuro inmediato. Llegados a este punto, uno se da cuenta que cada vez que parpadea acaba tomando una decisión. Desde el color de los zapatos hasta el que quiero ser de mayor.

Solo el paso de los días acaba dando por buenas y malas las decisiones tomadas. Sin embargo, siempre es peor una mala decisión que no hacer nada, pues el tono grisáceo de una vida dejada llevar por las distintas corrientes de personas que deciden por nosotros acaba creando masa en lugar de persona.

Quizá este sea el punto en que se encuentra nuestra sociedad. La masa ha rebasado la persona y seguimos inmersos en una espiral de decisiones que toman por nosotros más allá de los intereses del gran grupo. La última, la que me provoca más indignación es la petición de gran parte de la masa: retirar los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro para darlos a Madrid... Me ahorraré los comentarios más brutales y solo diré... ¿En que país vivimos? En lugar de pensar... deberíamos estar en la calle se piensa... mientras estos están en la calle a ver que les podemos robar.

Llegados a este punto, y parafraseando al profesor Burguet, padrino de mi graduación... ¿Esta gente se puede mirar en el espejo y no horrorizarse? Si es así, sin duda tenemos lo que nos merecemos, una sociedad aborregada que se deja llevar por las corrientes de mandatarios que no ven más allá de sus propios intereses, ubicados en las atalayas del centro de la península.

Seré un romántico, muchas veces lo pienso. Pero el defender lo que uno cree no es individualismo, más allá de lo que pueda parecer, si no es la viva representación de que hay vida bajo la carne, de que somos algo más que carneros en un rebaño y, en definitiva, que las bases de la democracia que sentaron en al Grecia clásica aún no están perdidas.

Debemos luchar por nuestros derechos, defender lo que sea defendible y apelar al cambió de las cosas innecesarias. Probablemente, des de mi pequeña conciencia, seguiré soñando en que cambiar esto es posible. Como suelo responder siempre, tenemos que ir a mejor por fuerza, porqué aunque sea complicado yo sigo creyendo en el ser humano. Humanista, tal vez por obligación, pero al fin y al cabo humanista.

Aunque solo una persona logre cambiar su estrella, el esfuerzo del colectivo habrá merecido la pena. Lucha, siente, y en conclusión vive. Lleva las riendas de tu vida y atrévete a salir del rebaño, es muy probable que lo que veas te guste y ya jamás quieras dejarte llevar.

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