martes, 15 de marzo de 2011

¡Hola sociedad! ¿Hay alguien?

Cuando te sientas solo en un bar, y entre las paradojas de tus pensamientos no paras de recibir gritos y chillidos de las otras mesas, te acabas dando cuenta de que en la mayoría de ellas, siempre, y digo siempre suele haber un mono tema. Una charla que se repite más allá de las edades, de que sea café solo, cortado o con leche y por encima de las clases sociales. Lo habla el pobre, lo habla el rico; distinta forma, mismo contenido. Lo mismo en un gimnasio, cuando en los vestuarios las charlas banales se acaban moviendo en los principales temas de interés general. El no tengo nada que decir, pero digo algo se impone a los silencios.

Siempre me preguntaré hasta que punto puede llegar la hipocresía humana. Y me cuestiono esto, varios días después de el tsunami y correspondiente torrente informativo de los hechos ocurridos en Japón. Parece ser, que a todo el mundo le preocupa ahora lo que sucede en el extremo oriente, como hace unos meses pasó con Chile, más de un año con Haití, hace varios con Nueva Orleans y el Katrina, o años antes con el Tsunami que arrasó las paradisíacas islas del sud-este asiático.

Mi indignación radica cada vez que abro internet, y ves con asomo lo que son las palabras más buscadas, las imágenes más vistas o como se pone de moda ahora el Twitter, viendo que palabras son Trending Toppic o como se escriba. Además, famosos de medio pelo se manifiestan ofreciéndose en campañas más o menos publicitarias de ayuda, que en el fondo acaban siendo medios de auto promoción y reclaman dinero a través de unos mecanismos de los cuales siempre es difícil lograr adivinar que parte se quedan los estados, que parte se quedan los organizadores y que parte llega finalmente a las víctimas.

Y sigo indignado, pues todo el mundo lamenta profundamente lo que ocurre en Japón, las víctimas y todas las desgracias humanas y materiales ocurridas, pero ¿quien está dispuesto a dejar una coma de su bienestar para enviar ayuda a Japón de la manera que sea? Nos da pena, sentimos lástima, compasión, pero tampoco vamos a hacer nada al respecto "pues lo que haga yo no va a servir para nada". Y entre este pensamiento individualista del ser humano, egoísta por naturaleza, resulta que nos llegan imágenes del país nipón, con sus ciudadanos aceptando los cortes de luz, organizando colas largas y perfectamente ordenadas sin disturbios para comprar comida y, lo más fuerte de todo, yendo a pagar sus impuestos religiosamente como el calendario fiscal de la isla marca. Mientras, aquí, en el otro lado del mundo nos llenamos la boca con lamentos y suplicas pero no nos movilizamos, ni por Japón, ni por nada; y me incluyo yo el primero que soy egoísta.

Hoy llueve, y no lo hace al gusto de todos, pero a mi me sigue encantando el olor a hierba mojada, por más que me joda mojarme y sobretodo, por que en Lleida como en tantas otras zonas agrícolas este agua si es agua bendita.

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