viernes, 29 de abril de 2011

Sorpresas

Los grandes estrategas militares siempre solían decir dos cosas básicas: La primera de ellas era que "quien golpea primero es como si golpeara dos veces" y la segunda que "para derribar el más grande imperio deberías golpearle de lleno en el corazón". No les falta razón, pero yo creo que eso es extrapolable a todos los conceptos de la vida. Si tú logras sorprender, siempre tienes una parte del camino hecha de antemano.

Es por eso que hay momentos en la vida que debes intentar ser refrescante por tu originalidad, si es que a la práctica esa conjunción de palabras son posibles. Por ejemplo, puedes intentar seducir la chica que te gusta siendo el más típico de los típicos con un "¿estudias o trabajas?" o te puedes quedar con ella con un"¿eres de facebook o de twitter?" Vale, lo acepto el ejemplo que acabo de poner es cutre y probablemente la chica se reirá en tu cara, pero es posible que la sorprendas y después de burlarse de tus nefastas tácticas de ligue te habrá una puerta para entablar conversación. Ya lo decían los piratas informáticos de "Hackers" cuando más duro sea el rival, busca la puerta de atrás para entrar. Quien dice ligando, dice en una entrevista de trabajo.

Aunque, el factor sorpresa lleva una gran dosis asociada de factor riesgo. Lo decía mi añorado Andrés Montes “debes vivir permanentemente bordeando el ridículo sin llegar nunca a caer en él”. Saber escapar del radar que te puede derribar de esta delgada frontera es lo que hará que tengas éxito y triunfes/seas contratado o simplemente que acabes siendo “alguien con el que coincidí alguna vez” o lo que es peor “si no te llamo nunca es que no me interesas”.

Llegados a este punto del partido, no puedo más que decir que hay que ser sorpresivos, más la primera norma que hay que aplicar es conocer el terreno, pues una sorpresa mal confabulada acaba siendo peor que ser normal y corriente. Vive y deja vivir; sorpréndete y nunca dejes de sorprender para no perder nunca las ganas de soñar.

lunes, 25 de abril de 2011

¿Son rosas? No, (te) ¡sonrojas!

En la vida siempre acabas recordando esos días que hacen que el trayecto merezca la pena. Esos momentos en que haces cosas distintas, aquellas que nunca habrías imaginado y finalmente las haces. Y lo que es mejor, te diviertes haciéndolas. Sacas parte de aquellos sueños de infancia y juegas a ser quien no eres, o tal vez juegas a ser alguien que te gustaría haber sido.

La princesa, Sant Jordi i els camperols
El pasado sábado viví uno de esos momentos. Una regresión al pasado en la que me enfunde un traje, más artesanal y más para salir del paso que otra cosa, mezcla de caballero templario y el santo del día, Sant Jordi. Me siento orgulloso del diseño pues uno es un desastre con los trabajos manuales y acabó saliendo un traje más o menos creíble. Y lo digo porqué los niños que pasaban si que se creían mi personaje. ¿Tendré cara de santo? Seguro que no. Lo más gracioso, cuando una señora me dijo que era Sant Jaume.

Como digo siempre, me es más fácil interpretar un personaje que ser uno mismo. Me gustó el hecho de que los viandantes se quisieran hacer fotos conmigo. O lo mejor, que me hiciera fotos desde lejos por miedo que les cobrara si se acercaban. Mira que hubiese sido una buena opción. Entre todas las fotos hubo dos que fueron dignas de explicar; la primera de la mañana y la primera de la tarde.  Una chica paseaba con su novio y se detuvo para decirle que se quería hacer una foto conmigo (vi peligrar mi integridad física aunque al final hasta el chico sonrió) y aproveché para venderle un punto de libro :D La segunda fue cuando unas turístas inglesas me contaron en su lengua madre que era el patrón de Inglaterra y yo, sin entender nada, les dijo que ok que si querían una foto. Los gestos acaban siendo internacionales y más si ellas entendían el castellano como así era.

Sin lugar a dudas, lo mejor del día, de pasar ese día, fue la compañía de todas esas personas, de esos 6 magníficos que aguantaron el día estoicamente en el número 22 del Passeig de Gràcia. Cada cual en su papel, cada uno de ellos sacando lo mejor de si, creando un personaje para ocultar la vergüenza que teníamos. Rezando al Dios o al santo que más nos gustara para que no lloviera y saliera el Sol, maldiciendo por momentos quien nos mandaba meternos en tal empresa y acabando diciéndole al Santo que el año que viene volviera a coger la máquina del tiempo para estar con nosotros.

Rosas, libros, que no son rosas son rojas y nosotros que nos sonrojamos para acabar pasando un Sant Jordi diferente, demostrando que una vez más todos juntos somos capaces de sacar cosas divertidas y bonitas hacia delante. Nos faltaron nuestros insulares, que ellos si disfrutaron del Sol estas vacaciones.

Feliç dia de Sant Jordi

martes, 19 de abril de 2011

Perseverancia

Perseverancia: Seguir un plan de acción preestablecido a pesar de los problemas, las dificultades, o el desánimo colectivo.

Creo que nunca me había detenido en esta definición hasta el día de hoy. Cuando te embarcas en cualquier proyecto, el positivismo que te transmite el nuevo camino siempre logra minimizar los impactos negativos de los tropiezos. Hablando en términos marítimos, el casco siempre es capaz de resistir los cañonazos recibidos des de naves ajenas e incluso devolverlos con fuerza renovada.

Pero, ¿Qué ocurre cuando decides no devolver los disparos? Ahí es donde entra la perseverancia. Girando un poco la tortilla, vendría a ser una teoría algo inversa a la Ley de Murphy; aquella que dice que si todo puede salir mal acaba saliendo peor.

Llegados a este punto, en que decides avanzar recibiendo tortazos sin tener la intención de devolverlos, te preguntas ¿hasta cuando? Y en este caso la respuesta es obvia: Hasta el infinito y más allá (que diría Buzzlight).

Puedo decir que he llegado a ese punto, ese grado de locura capaz de encajar sin responder, de poner la otra mejilla y la misma sonrisa o dicho de otro modo, de perseverar en el intento de mis sueños más terrenales que me llevan, recogiendo parte del texto anterior, a una serie de puntos de ruptura que estoy encantado de jugar.

Recogiendo el testimonio de uno de los grandes, Oscar Wilde, que decía algo así como “quien te quiere es esa persona que comprende tu pasado y cree en tu futuro”, debo decir que las decisiones tomadas en un pasado me han llevado a esta encrucijada, cuyo camino escogido es de un incierto futuro más el riesgo que entraña solo es comparable a la satisfacción de recorrer tal senda desconocida.

Es por eso que, pase lo que pase, he decidido ser perseverante con un plan de acción fijado desde la calma y la racionalidad, pero pensando en los momentos de alta tensión y emoción, pues como me gusta decir las antitesis acaban siendo las dos caras de la misma moneda que supone ser uno mismo.

Para cambiar el futuro hay que aprender del pasado y aplicarlo en el presente. Hay que saber por que se luchó ayer, para ganar hoy y ser mejor mañana ya que no puedes saber a donde vas sin saber de donde vienes.

jueves, 7 de abril de 2011

Punto de ruptura

Llegan momentos en la vida que uno piensa en lo que ha hecho, en lo que está haciendo y tal vez en lo que sea más importante, en lo que queda por hacer. Siempre llega un momento en que cada decisión que tomes acaba siendo un punto de ruptura. Un punto en el que cada avance acaba significando un cambio significativo.

Siempre acaba siendo difícil darte cuenta de estos puntos de ruptura antes que pasen, e incluso, cuando estás de lleno en ellos. Sin embargo, sus consecuencias se acaban reflejando al cabo del tiempo, cuando la ruptura correspondiente es inevitable y el devenir del tiempo te ha llevado a un punto de no retorno.

Se suele pensar que la mejor manera de no entrar en este espiral continuo de puntos de ruptura es no tomar decisiones y, simplemente, dejarte llevar por el corriente del río de la vida. Pero, al fin y al cabo, dejarte llevar acaba siendo una manera de tomar una decisión, y se decide no hacer nada. Rompes con la facultad de decidir y eliges dejarte llevar.

Todos estamos obligados a entrar a jugar al juego de la vida, pues son nuestros padres quienes deciden lanzar los dados por primera vez, y arrancan nuestros motores; pero una vez en el circuito es cuestión personal saber cuando hay que cambiar de marcha, acelerar, frenar o dar un paso al frente.

Hay veces que avanzas sin tener claro a lo que te lanzas, pero en que sabes que ha llegado tu punto de ruptura. Una vez estás en esa situación, no queda más que seguir hacia delante sabiendo y aprendiendo de lo que te queda atrás, con la vista al frente y luchando por lo que crees, por lo que debes o por lo que has de hacer a partir de ese momento.

Una vez en este espiral solo queda luchar, trabajar y aguantar hasta que tu vida te lleve a una nueva encrucijada, de 4 caminos, hasta el nuevo punto de ruptura.

jueves, 24 de marzo de 2011

La vida es cruel, la muerte traidora

Yo soy (o mejor dicho era) como Andrés Montes y me creía esa mítica frase de “la vida puede ser maravillosa”, pero demasiadas veces ella misma se encarga de recordarnos la coletilla de “no quiere decir que lo sea”.

Hoy, si interesa mi opinión, y como me estáis leyendo doy por sentado que sí, pienso que la vida es cruel. Es el mecanismo más cruel jamás montado capaz de darte todo y quitártelo a una velocidad de vértigo y ríete tú de la velocidad de la luz.

El último episodio al respecto me tocó vivirlo esta mañana. La vida volvió a ser cruel, una vez más. Nos hizo creer que la recuperación de una persona querida era posible, que el bache estaba ya superado, que los primeros rayos de Sol de la primavera habían hecho florecer la vida en ella a cual almendro florece con los últimos vestigios del invierno. Pero como decía, la vida fue cruel y sólo fue un espejismo. Porqué como una helada tardía nos arrebató su vida de las manos cuando más aferrada en nosotros la teníamos, o creíamos tenerla.

Y eso lo hizo la muerte. Porqué la muerte no es cruel, es traidora. Lo es precisamente por su incapacidad de venir de frente, aprovechando los momentos en que baja la tensión para atacar por la espalda y robarnos lo más preciado que tenemos, nuestra vida. Lo hace de noche y cuando dormimos, con nocturnidad y alevosía que diría la policía. Como una helada tardía que hace caer en el olvido las flores blancas del almendro, la muerte llega sin hacer ruido causa sus estragos y se va con su botín.

Es por esto que la vida es cruel y la muerte es traidora. Para mi hoy la vida es menos maravillosa de lo que era hace unas horas. En estos momentos, en que ya nada se puede hacer, en que todo esfuerzo es en vano, tan sólo quiero honrar tu memoria, la de una persona de las de antes, con una fuerza vital que era envidiable y una voluntad de hierro haciendo gala que las personas de antes eran de otra pasta. Y yo, para ello, te escribo estas letras para que estés donde estés sepas que te acabas de ir y ya te estamos echando de menos. Sólo espero que los ángeles le hayan dado un buen trayecto, porqué si existe aquello que llaman cielo, seguro tiene un lugar privilegiado en él.

lunes, 21 de marzo de 2011

Perdóname si te llamo amor...

Hubo una época, que se suele recordar con más o menos grandeza, en que el gran mercado europeo era de princesas. Si si, de princesas. Los estados se hacían grandes y lograban tratados de paz en tanto que podían colocar a sus princesas en la corte del eterno rival. Y aun así, todo el mundo decía que era fácil ser princesa; y nos suelen presentar historias de esa época como paradigmas del amor y de como el amor lo acababa pudiendo todo. Supongo que de esa época viene la célebre frase de... “hay que sacrificar a la reina por el bien del reino”. Mientras el trono no peligrase, los hombres reyes, más que reyes de los hombres, enviaban a sus princesas donde hiciera falta, con billete de ida.

Han pasado los siglos y los reyes se han convertido muchas veces en meros miembros decorativos de sociedades modernas que no quieren olvidarse de parte de su pasado, de parte de sus tradiciones, de parte de aquellas familias que un día fueron sus rectores. Pero, ¡ya se casan por amor! La divina providencia ya no es sólo de sangre azul. Es por eso, que las princesas, muchas veces, ya no llevan corona, ni viven en un palacio ni tienen todos los lujos de antaño.

De estas nuevas princesas quiero hablar. Ya sabéis, de la que te cruzas en la calle y te giras, de la que cada mañana ves en la mesa de enfrente del bar, de la que comparte cada día el transporte público contigo... de las que consiguen que te olvides de todo lo demás cuando te miran a los ojos. Creo que todos, como mínimo, hemos tenido una de éstas en nuestra vida y como suele suceder, acabas teniendo una princesa por cada momento de la vida que atraviesas. Es un extraño paradigma, crecemos, nos hacemos grandes, supuestamente maduramos y variamos el entorno que nos rodea.

¿Pero os habéis preguntado porqué siempre acabamos utilizando las mismas palabras? Cielo, cariño, princesa, reina... Un abanico de tópicos extremadamente grande para acabar refiriendote a aquella persona tan importante para ti, para ese momento de tu vida. ¿No se merecería algo más de originalidad? Las princesas de la Edad Media, lo eran de cargo y por eso se las llamaba así, pero para la princesa de tu vida, sería interesante encontrar un término que no hayas utilizado antes para tantas otras chicas como te hayas llevado a la cama.

Y me sigo preguntando, si tan especial es para ti, si tan importante es para tu vida, si tan vital es como el aire que respirás... ¿porqué la llamas como a todas las demás? Solo me falta añadir, perdóname si te llamo amor... O si te prometo el cielo, porqué ese lugar está muy y muy lejos...

Porqué como iba diciendo al inicio, las princesas antes lo eran de cuna y solían ser aquellas chicas de cabellos relucientes, cual color como el oro, cuya caída acababa pareciendo auténticas cascadas de ese preciado metal. De mirada fría, pero pocas veces distante. Siendo valiosa, muchas veces más por lo que no contaba que por lo que realmente decía. Redondeando la estructura establecida hasta aquí con rostro angelical esculpido por algún dios mejor, que dominaba el noble arte de la escultura. Como de cuento de hadas, como si nunca llegaran a existir en nuestra realidad...

martes, 15 de marzo de 2011

¡Hola sociedad! ¿Hay alguien?

Cuando te sientas solo en un bar, y entre las paradojas de tus pensamientos no paras de recibir gritos y chillidos de las otras mesas, te acabas dando cuenta de que en la mayoría de ellas, siempre, y digo siempre suele haber un mono tema. Una charla que se repite más allá de las edades, de que sea café solo, cortado o con leche y por encima de las clases sociales. Lo habla el pobre, lo habla el rico; distinta forma, mismo contenido. Lo mismo en un gimnasio, cuando en los vestuarios las charlas banales se acaban moviendo en los principales temas de interés general. El no tengo nada que decir, pero digo algo se impone a los silencios.

Siempre me preguntaré hasta que punto puede llegar la hipocresía humana. Y me cuestiono esto, varios días después de el tsunami y correspondiente torrente informativo de los hechos ocurridos en Japón. Parece ser, que a todo el mundo le preocupa ahora lo que sucede en el extremo oriente, como hace unos meses pasó con Chile, más de un año con Haití, hace varios con Nueva Orleans y el Katrina, o años antes con el Tsunami que arrasó las paradisíacas islas del sud-este asiático.

Mi indignación radica cada vez que abro internet, y ves con asomo lo que son las palabras más buscadas, las imágenes más vistas o como se pone de moda ahora el Twitter, viendo que palabras son Trending Toppic o como se escriba. Además, famosos de medio pelo se manifiestan ofreciéndose en campañas más o menos publicitarias de ayuda, que en el fondo acaban siendo medios de auto promoción y reclaman dinero a través de unos mecanismos de los cuales siempre es difícil lograr adivinar que parte se quedan los estados, que parte se quedan los organizadores y que parte llega finalmente a las víctimas.

Y sigo indignado, pues todo el mundo lamenta profundamente lo que ocurre en Japón, las víctimas y todas las desgracias humanas y materiales ocurridas, pero ¿quien está dispuesto a dejar una coma de su bienestar para enviar ayuda a Japón de la manera que sea? Nos da pena, sentimos lástima, compasión, pero tampoco vamos a hacer nada al respecto "pues lo que haga yo no va a servir para nada". Y entre este pensamiento individualista del ser humano, egoísta por naturaleza, resulta que nos llegan imágenes del país nipón, con sus ciudadanos aceptando los cortes de luz, organizando colas largas y perfectamente ordenadas sin disturbios para comprar comida y, lo más fuerte de todo, yendo a pagar sus impuestos religiosamente como el calendario fiscal de la isla marca. Mientras, aquí, en el otro lado del mundo nos llenamos la boca con lamentos y suplicas pero no nos movilizamos, ni por Japón, ni por nada; y me incluyo yo el primero que soy egoísta.

Hoy llueve, y no lo hace al gusto de todos, pero a mi me sigue encantando el olor a hierba mojada, por más que me joda mojarme y sobretodo, por que en Lleida como en tantas otras zonas agrícolas este agua si es agua bendita.