Arriba un moment en la vida de les persones en que cal prendre decisions. Però el més important, a vegades, no acaba sent la decisió que prens, si no tenir el valor de decidir. Aquí, a casa nostra, una sèrie de polítics amb més galons que valors ens han omplert el darrer any d'un eufemisme que ens hauria de fer posar a tots vermells. "El dret a decidir". Algú, a hores d'ara, encara m'ha d'explicar quin és aquest dret pel qual hem de demanar permís. Vivim en una dictadura i no me n'he adonat?
El principal valor de la democràcia, almenys com jo la entenc, és la llibertat dels ciutadans. Més enllà del seu color, raça i ètnia, són lliures, som lliures, per prendre les nostres pròpies decisions. És a dir, la llibertat individual de cada persona, acaba permetent una llibertat global de les comunitats humanes democràtiques, lliures i sobiranes per prendre les seves pròpies decisions.
Però sembla ser que estic errat. Sembla ser que la democràcia només és posar un vot cada quatre anys i callar la resta. Demanar permís per decidir què podem i no podem votar, no tenir potestat alguna en saber què és faran dels diners que nosaltres guanyem i paguem en impostos, aguantar escàndol polític darrera escàndol polític amb una mordaça perquè "els mercats" s'enfaden i castiguen. I tot perquè? Doncs no sé si és per falta de valor o per excés de poltronisme, el que tinc clar és que fa pena la democràcia de fireta en què ens hem convertit.
D'aquí tres dies torna a ser 11 de setembre, i realment la política no ha estat capaç de fer res més que de lligar-se de mans i peus. La "classe política" la darrera de les castes que hauria de desaparèixer no té valor i per tant cal que la gent en tinguem. I no per sortir l'11 de setembre, que també. Si no més aviat per fer que cada dia sigui 11 de setembre a les nostres cases, viles i ciutats.
No demanem permís per decidir. Decidim, que ja fa molts anys que hem adquirit la majoria d'edat. Decidim, perquè estem en el nostre dret. I sobretot, decidim, perquè la història no ens perdonarà no ser valents i decidir.
domingo, 8 de septiembre de 2013
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Y Alicia cruzó el espejo
Llegó el día en
que se miró al espejo y vio su reflejo. Más allá de las imágenes que había
vislumbrado a lo largo de su vida en cualquier objeto que la reflejara, no fue
hasta ese día que cruzó el espejo. La redundancia de las primeras letras solo
es comprensible con la auténtica duplicidad de una imagen que hubiera hecho empalidecer
a la más narcisista de las personas.
La importancia
del momento se dio porqué no es solo la silueta lo que veía antes sus ojos si
no que lo que aquel espejo reflejó fue su esencia. Más allá del color de los
cabellos, de la tonalidad de los ojos y de la amplitud de su sonrisa, Alicia
vio lo que era a los ojos del mundo. Su cabello negro azabache se tornó en
hilos de oro, sin embargo su amplia sonrisa seguía siendo exactamente la misma.
El habla se le
quebró pues no sabía a ciencia cierta que era lo que le pasaba a su espejo, el
que siempre le había enseñado como era por fuera. Pero la magia de los momentos
especiales permite situaciones inverosímiles. Ella estaba viviendo una, esa vez
frente un espejo que la había trasladado en un mundo desconocido hasta la
fecha.
Tras ese momento
de estupefacción, sus diamantes negros se clavaron en aquel reflejo de su ser. Alargo
la mano hasta tocar el espejo. Como si del estanque de Narciso se tratara, las
ondas circulares aparecieron a cual tsunami con su dedo como epicentro. Se
asustó, pues se dio cuenta que algo desconocido le estaba pasando. Apartó la
mano con fuerza hasta regresarla a su cintura mientras sus ojos observaban como
las aguas volvían a su cauce.
Su alter ego la
llamaba. Tras unos momentos de tensión, nervios y muchas dudas, sonrió. Dio dos
pasos atrás, para coger impulso y se lanzó. De un salto atravesó el cristal líquido
y entró en el mundo de las sensaciones. Aquel en que la crueldad humana era un
mito y en el que sonreír era una obligación. Con su rubio alter ego, cogidas de
la mano, empezaron a caminar con el Sol alumbrando su camino y con la felicidad
en el final de su destino.
sábado, 24 de agosto de 2013
El vestido azul que un día te pusiste
Era una de aquellas tardes en que me balanceaba en mi silla favorita. Lo hacía mientras estaba en tránsito, medio despierto medio dormido. Eso me pasaba debido a una avanzada edad, que me había permitido ver prácticamente nueve décadas. En estos momentos, me era más fácil recordar según que momentos de mi juventud que lo que había comido en el medio día durante el almuerzo. Gajes del oficio.
El episodio que me dio por recordar, entre siesta y siesta, se remontaba a mi juventud, cuando aún no contaba los 30 veranos y coqueteaba con los sueños de un joven que aún quería comerse el mundo a bocados y no morir en el intento. Y en una de esas situaciones que no sabes exactamente como se dan me encontraba en una sala de fiesta, de esas que siempre tienen un encanto especial.
Entre amigos, invitados, conocidos y saludados pasó una noche más, de aquellas que en un principio no tienen nada especial para ser recordadas. O eso creía recordar ahora. Sin embargo, como era algo habitual el champagne corrió entre nosotros como si oro líquido fuera.
Ya, descorchando la última botella, pasó algo que cambió el título de la noche. Una aparición de aquellas que no esperas y que sin embargo nunca olvidas, ni ahora, en plena vejez. Una presencia interrumpió aquella pequeña reunión de amigos y lo hizo sin querer, únicamente estando ahí. Recuerdo perfectamente la sensación de mi mandíbula desencajándose en ver el reflejo de la tenue luz de la sala en aquel vestido azul.
Tras recoger mi maxilar inferior y volverlo a encajar con el resto del cuerpo, pude volver a levantar la cabeza y ver que era lo que acompañaba a dicha silueta. Pasó por delante y puede clavar, por unos segundos, mis ojos en los suyos. Grandes y misteriosos, como el desierto te invitaban a entrar en ellos a sabiendas que el camino de regreso era poco más que una utopía. Una gran sonrisa acompañada de un susurro que bien podía ser el viento surcando las dunas del Sahara eran el complemento perfecto de aquel vestido azul.
Acabó de cruzar la sala y se perdió en el fondo, en la oscuridad, más allá de donde llega la visión de un hombre cuyo único súper poder era tenderse en pie tras la mezcla explosiva de oro líquido y misterios del desierto...
Y, des de aquel día, sin ser excesivamente fan de La Oreja de Van Gogh, periódicamente resuena una canción suya... "con el vestido azul, que un día te pusiste..." Pasaron más de 60 años y todavía recuerdo aquel paso como si fuera una secuencia fotográfica. Vestido azul, mirada, sonrisa y susurro... Y un paso detrás de otro mientras la música no dejaba de sonar para aquella misteriosa presencia que dejó su sello para siempre en la que era una noche cualquiera.
martes, 23 de julio de 2013
No te lo puedo contar
Sun Tzu, uno de los grandes estrategas de la historia, decía algo como "los grandes primero ganan las batallas y luego van a la guerra". Disculpadme si la cita no es exactamente literal. Lo decía en "El Arte de la Guerra" aquel libro pensado para gestionar conflictos y que cualquier persona debería leer. Eso, aplicado al día a día, viene a ser algo como "no hagas nada que luego se te pueda girar en contra". La interpretación es completamente libre y subjetiva, por supuesto, pero es la que yo hago.
Llegados a este punto, y en el contexto actual, nos encontramos que en nuestro día a día hay batallas y guerras diarias. Generalmente se producen choques, roces, conflictos de intereses... y por norma suelen ser por el dominio de la información. Ya lo decía Michael Douglas en "Wall Street" lo que te permite dominar las situaciones es la gestión y el control de la información. Más que el actor, la frase era de su alter ego, míster información privilegiada, Gordon Gecko. Y tenía razón.
Es por eso que en tantas ocasiones hemos empleado aquella mítica frase de "no te lo puedo contar". Creíamos poseer una información importante, o simplemente, nos habíamos comprometido a que no se divulgara. Y por eso no podía ser contada. Nuestra verborrea podía poner en situaciones complicadas a personas a las que apreciábamos, hacer caer negocios y, en definitiva y como decía Sun Tzu, que nuestros aliados no ganaran la guerra antes de librarla por tener alguien que les torpedeaba por detrás.
El amor no se escapa a esa lógica. Revelar lo que queremos, lo que sentimos, en ocasiones creemos que nos puede poner en desventaja con la otra parte. A la que, en el momento del tonteo, podemos ver tanto como un aliado o como un rival. Debe saber, pero no demasiado, no vaya a ser que el amor se convierta en odio y nos acabe pasando factura. Y a su vez nos conviene tener información para saber como gustarle más, para darle una sorpresa, para tener claro cuando darle un beso...
Así pues, y con lo dicho hasta aquí, entenderéis perfectamente que no os pueda contar los motivos que me han llevado a esta, tal vez estúpida, nocturna reflexión de media noche.
Llegados a este punto, y en el contexto actual, nos encontramos que en nuestro día a día hay batallas y guerras diarias. Generalmente se producen choques, roces, conflictos de intereses... y por norma suelen ser por el dominio de la información. Ya lo decía Michael Douglas en "Wall Street" lo que te permite dominar las situaciones es la gestión y el control de la información. Más que el actor, la frase era de su alter ego, míster información privilegiada, Gordon Gecko. Y tenía razón.
Es por eso que en tantas ocasiones hemos empleado aquella mítica frase de "no te lo puedo contar". Creíamos poseer una información importante, o simplemente, nos habíamos comprometido a que no se divulgara. Y por eso no podía ser contada. Nuestra verborrea podía poner en situaciones complicadas a personas a las que apreciábamos, hacer caer negocios y, en definitiva y como decía Sun Tzu, que nuestros aliados no ganaran la guerra antes de librarla por tener alguien que les torpedeaba por detrás.
El amor no se escapa a esa lógica. Revelar lo que queremos, lo que sentimos, en ocasiones creemos que nos puede poner en desventaja con la otra parte. A la que, en el momento del tonteo, podemos ver tanto como un aliado o como un rival. Debe saber, pero no demasiado, no vaya a ser que el amor se convierta en odio y nos acabe pasando factura. Y a su vez nos conviene tener información para saber como gustarle más, para darle una sorpresa, para tener claro cuando darle un beso...
Así pues, y con lo dicho hasta aquí, entenderéis perfectamente que no os pueda contar los motivos que me han llevado a esta, tal vez estúpida, nocturna reflexión de media noche.
miércoles, 26 de junio de 2013
Dejarte llevar
El peso de las decisiones es aquello que te acompaña desde que tomas una, hasta que lo decidido acaba sin tener importancia. Aquel espacio temporal, ya sea corto o largo, en función del tema, acaba marcando el porvenir de un futuro inmediato. Llegados a este punto, uno se da cuenta que cada vez que parpadea acaba tomando una decisión. Desde el color de los zapatos hasta el que quiero ser de mayor.
Solo el paso de los días acaba dando por buenas y malas las decisiones tomadas. Sin embargo, siempre es peor una mala decisión que no hacer nada, pues el tono grisáceo de una vida dejada llevar por las distintas corrientes de personas que deciden por nosotros acaba creando masa en lugar de persona.
Quizá este sea el punto en que se encuentra nuestra sociedad. La masa ha rebasado la persona y seguimos inmersos en una espiral de decisiones que toman por nosotros más allá de los intereses del gran grupo. La última, la que me provoca más indignación es la petición de gran parte de la masa: retirar los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro para darlos a Madrid... Me ahorraré los comentarios más brutales y solo diré... ¿En que país vivimos? En lugar de pensar... deberíamos estar en la calle se piensa... mientras estos están en la calle a ver que les podemos robar.
Llegados a este punto, y parafraseando al profesor Burguet, padrino de mi graduación... ¿Esta gente se puede mirar en el espejo y no horrorizarse? Si es así, sin duda tenemos lo que nos merecemos, una sociedad aborregada que se deja llevar por las corrientes de mandatarios que no ven más allá de sus propios intereses, ubicados en las atalayas del centro de la península.
Seré un romántico, muchas veces lo pienso. Pero el defender lo que uno cree no es individualismo, más allá de lo que pueda parecer, si no es la viva representación de que hay vida bajo la carne, de que somos algo más que carneros en un rebaño y, en definitiva, que las bases de la democracia que sentaron en al Grecia clásica aún no están perdidas.
Debemos luchar por nuestros derechos, defender lo que sea defendible y apelar al cambió de las cosas innecesarias. Probablemente, des de mi pequeña conciencia, seguiré soñando en que cambiar esto es posible. Como suelo responder siempre, tenemos que ir a mejor por fuerza, porqué aunque sea complicado yo sigo creyendo en el ser humano. Humanista, tal vez por obligación, pero al fin y al cabo humanista.
Aunque solo una persona logre cambiar su estrella, el esfuerzo del colectivo habrá merecido la pena. Lucha, siente, y en conclusión vive. Lleva las riendas de tu vida y atrévete a salir del rebaño, es muy probable que lo que veas te guste y ya jamás quieras dejarte llevar.
Solo el paso de los días acaba dando por buenas y malas las decisiones tomadas. Sin embargo, siempre es peor una mala decisión que no hacer nada, pues el tono grisáceo de una vida dejada llevar por las distintas corrientes de personas que deciden por nosotros acaba creando masa en lugar de persona.
Quizá este sea el punto en que se encuentra nuestra sociedad. La masa ha rebasado la persona y seguimos inmersos en una espiral de decisiones que toman por nosotros más allá de los intereses del gran grupo. La última, la que me provoca más indignación es la petición de gran parte de la masa: retirar los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro para darlos a Madrid... Me ahorraré los comentarios más brutales y solo diré... ¿En que país vivimos? En lugar de pensar... deberíamos estar en la calle se piensa... mientras estos están en la calle a ver que les podemos robar.
Llegados a este punto, y parafraseando al profesor Burguet, padrino de mi graduación... ¿Esta gente se puede mirar en el espejo y no horrorizarse? Si es así, sin duda tenemos lo que nos merecemos, una sociedad aborregada que se deja llevar por las corrientes de mandatarios que no ven más allá de sus propios intereses, ubicados en las atalayas del centro de la península.
Seré un romántico, muchas veces lo pienso. Pero el defender lo que uno cree no es individualismo, más allá de lo que pueda parecer, si no es la viva representación de que hay vida bajo la carne, de que somos algo más que carneros en un rebaño y, en definitiva, que las bases de la democracia que sentaron en al Grecia clásica aún no están perdidas.
Debemos luchar por nuestros derechos, defender lo que sea defendible y apelar al cambió de las cosas innecesarias. Probablemente, des de mi pequeña conciencia, seguiré soñando en que cambiar esto es posible. Como suelo responder siempre, tenemos que ir a mejor por fuerza, porqué aunque sea complicado yo sigo creyendo en el ser humano. Humanista, tal vez por obligación, pero al fin y al cabo humanista.
Aunque solo una persona logre cambiar su estrella, el esfuerzo del colectivo habrá merecido la pena. Lucha, siente, y en conclusión vive. Lleva las riendas de tu vida y atrévete a salir del rebaño, es muy probable que lo que veas te guste y ya jamás quieras dejarte llevar.
martes, 11 de junio de 2013
La democracia se hunde desde su cuna
Once de junio de 2013, esta ha sido la fecha que ha escogido
el gobierno de Grecia para anunciar el cierre de la televisión pública. Es
decir, la democracia tal y como la hemos entendido en toda nuestra vida empieza
a dejar de tener sentido justo en el lugar donde nació.
Puede sonar a un texto corporativista, pero no lo pretende.
La frase sin periodismo no hay democracia es, cada día que pasa, más cierta. Y me
atrevo a añadir que sin periodistas, pero hablo de PERIODISTAS y no pica
letras, tampoco hay periodismo. Sin el valiente capaz de jugarse su vida para
contar la verdad, que no le tiemble el pulso para denunciar irregularidades,
que haga llegar todos los puntos de vista a la gente… sin él nuestra sociedad
carece de sentido. Y en Grecia hoy les dieron una estocada.
Es por eso que hoy es un día triste. Y, además, no podía ser
en otro lugar. La cuna de nuestra civilización, aquella cuyas enseñanzas han
perdurado más allá de siglos y milenios… hoy nos dice que ha empezado a apagar
las luces y que la fiesta de la democracia entona sus últimas canciones.
No puede sorprendernos. Pues sus vecinos, los antiguos
romanos, ya nos lanzaron el primer globo sonda al dotar de poderes máximos un
ser no pasado por las urnas. Sí, más o menos como la República romana que, en
situaciones de emergencia, contemplaba la opción de convertir al César en
dictador supremo. Un par de milenios después, el gobierno de Italia cedió a las
presiones del centro de Europa y abdicó. No fue Odoacro quien acabó esta vez
con el gobierno romano, si no Angela Merkel. Pero el resultado fue el mismo.
Francia, o mejor dicho, los ideales de la revolución
francesa dejaron claros la necesidad de los tres poderes: ejecutivo,
legislativo y judicial. Sus pensadores, ya entonces, utilizaron el cuarto (la
prensa) para difundir su ideario ya fuere en hojas, gacetas o mediante la
enciclopedia de Diderot. Ya entendieron que sin información no hay libertad.
Va siendo ya hora que, más allá de nuestra profesión, nos
planteemos que pasa en nuestro alrededor. Si estamos dispuestos a vivir en un
mundo de silencios ante las violaciones e injusticias o si por el contrario
vamos a luchar para ser cada día más libres. Hoy, sin duda, las tinieblas le ganan
a la luz.
Veremos qué pasa mañana…
lunes, 3 de junio de 2013
Els fantasmes de la Transició
Per contextualitzar
aquesta entrada al blog, he de dir que jo vaig néixer quan la democràcia era un
fet, sobretot gràcies a tres persones tan diferents com un comunista (Santiago
Carrillo), un centrista (Adolfo Suárez) i un militar (Gutiérrez Mellado) que amb
la seva valentia van contribuir a salvar la democràcia espanyola quan tots els
demòcrates s’amagaven sota les taules i cadires dels seus escons i el Rei
jugava a veure-les venir sense pronunciar-se. I no s’entengui com una crítica,
si no com una realitat.
Parlo de
fantasmes de la transició perquè, sembla ser, que als qui no l’hem viscut se’ns
prohibeix tàcitament posar-la en qüestió. Escoltant l’altre dia a la Marina
Llansana a la tertúlia de Catalunya Ràdio, vaig tenir aquesta mateixa sensació.
Quan ella plantejava els dubtes del que s’havia fet bé i malament, els que
aleshores ja eren polítics li parlaven amb un to alliçonador, volen dir “ves
que dius si tu no ho vas viure”. I realment, vaig sentir molta molta ràbia, més
encara quan ara, alguns dels protagonistes de la transició van reconeixent errors,
tot i que ho fan en comptagotes.
Sembla ser que
els fantasmes i les tenebres d’aquells dies s’hagin de tapar sempre. Que no es
pugui posar llum a una sèrie de situacions que, en gran part, han menat cap al
país que hi ha avui en dia. Llavors, ja sigui per por o per prudència, no es
van afrontar autèntics problemes. Els encaixos nacionals es van voler diluir i
la pantomima de les comunitats autònomes va quedar retratada amb la creació de
realitats tan fictícies com la Comunitat de Madrid. No sé si pretenia ser un
Washington DC, però l’estructura dista molt de l’americana. A més a més, sempre s’explica que Catalunya
no té concert econòmic perquè “va arribar tard”. De veritat? A mi em costa molt
de creure aquesta explicació i sí que m’encaixa molt més que l’aportació al
fons comú de Catalunya (uns 6 milions d’habitants aleshores) era força més gran
que la d’Euskadi i Navarra. Ara, Roca i Junyent, reconeix que no haver
aconseguit el mateix tracte fiscal fou un error. Trenta anys després, però es
reconeix.
Probablement els
que ho van viure diran que no es podia fer de cap més manera, que s’havia de
cedir pel bé comú. Però a dia d’avui, trenta anys després, les concessions
fetes aleshores continuen ben vigents. De manera preponderant una. El cap d’estat
d’Espanya és el mateix que va deixar Franco. Tal vegada no amb la fórmula que
hagués desitjat el dictador, però sí en la persona. La transició democràtica
només pot acabar quan es deixi de tenir un cap d’estat per la gràcia de Déu, o
per la gràcia del Generalísimo i se’n tingui un per voluntat popular. Ja
comença a ser hora que s’afronti l’autèntic debat.
Però sembla que
no, que parlar dels problemes que fan d’Espanya un estat inestable, que fan que
hi hagi molta gent que ens en vulguem independitzar encara no toca. És
impossible avançar sense deixar de mirar al passat. És clar que cal saber d’on
venim per tenir clar on volem anar, però ja va sent hora que s’afrontin amb
valentia els fantasmes que va deixar la Transició. Tot i que, molt em temo, que
al Congrés dels Diputats ja no queda gent de la que mira al perill als ulls i
li diu: “no em mouré d’aquí passi el que passi”.
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