viernes, 26 de octubre de 2012

Una cena muy poco corriente


Gotas de agua impactaban en mi cabeza, mojando los cabellos y cambiándoles la habitual forma, que recuperarían una vez la gomina hiciera su efecto. Salgo de la ducha para buscar alguna de mis mejores ropas, quiero causar buena impresión. Con o sin corbata, de blanco o de negro... esto da igual. Una detrás de otra bajo las escaleras y pongo la llave en la puerta. Olvidé algo en el despacho. La pantalla del ordenador está encendida y el teclado me llama la atención. Ocho dedos invaden las teclas y dos esporádicamente las acarician y cierro los ojos...

Camino y cruzo la puerta del restaurante. Allí, en el fondo, una sala con una gran mesa redonda me aguarda. Se me seca la garganta. Ya sabéis lo que dicen, no hay segunda oportunidad de causar una buena primera impresión. Un paso detrás de otro se detienen cuando el camarero sale al cruce para cogerme la chaqueta y el paraguas. Mi pelo no está todo lo bien que era al salir de casa pero... ya no había manera de repararlo.

La puerta se hace cada vez más grande y la luz más intensa. En cruzar el marco empiezo a vislumbrar aquellas caras que anteriormente solo conocía en dos dimensiones. Algunas otras las imaginaba como serían porqué la foto de avatar no les identificaba. Aún así, creo que no resulta complicada la relación de personas y twits. Dime tu si la representación no podía ser mejor. Ellos no se conocen pero hablan como si fueran de toda la vida. Desde Galicia a Navarra, desde Catalunya a Valencia, pasando por las llanuras castellanas o bien en Madrid. Llegan de Portugal o de Inglaterra tanto como de Sudamérica como de los Estados Unidos. 

Las caras que siempre habías imaginado se acaban haciendo realidad ante la sorpresa de una velada perfecta. Y no por lo que ocurre, que acaba siendo lo de menos si no porqué logras aquella humanización de personas que solo conocías en letra. Gesticulan, les pones voz y aprendes a descifrar sus palabras. Todos distintos, todos con un nexo en común. Aquella grandeza que solo te permiten las redes sociales...

Abro los ojos y observo que solo han pasado unos segundos. El mundo me espera ahí fuera y debo salir. ¡Voy a llegar tarde!


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