Siento, presiento y sin
embargo pienso...
Siento que un año más se
nos escapa de las manos. Como el niño que quiere retener el agua entre sus
dedos y ve como, inexorablemente, se le escapa entre los huecos formados por su
piel. Como el goteo, poco a poco, le va vaciando aquel cuenco que había formado
uniendo derecha e izquierda. Un poco es lo que siento cuando se emprende la
recta final del año, que tiene su salida en las fiestas de Navidad. Mañana
empiezan y por este motivo hoy, más que ningún otro día siento que, una vez más,
se me ha escapado de las manos, que he perdido más el tiempo de lo que era
debido y que, por descontado, he pasado mucho menos tiempo del que quería con
las personas que ahora mismo me dedicáis unos segundos en leer estas cuatro líneas.
Siento no haber tomado más cafés, ratitos, mañanas, tardes o noches, porqué al
final, lo poco que nos queda de esta partida son las risas, los buenos momentos
vividos y la alegría que produce poder recordarlos....
Presiento que con la
llegada del año nuevo nada cambiará. Como el que se engaña con una dieta que
empieza el lunes por la mañana, en el desayuno, y antes de las doce ya se ha
comido una chocolatina de escondidas. O el que quiere dejar de fumar encendiéndose
un pitillo después de las comidas. Como ellos, presiento que el año nuevo no me
traerá compartir más rato con quien quiero, más tiempo ganado a la vida en
charlas que no van a ninguna parte pero que ayudan a que el viaje sea mucho más
soportable. Minutos de partida que, pese a no ser vitales, son imprescindibles
para ser capaz de llegar al final del juega con dignidad y unas mínimas
opciones de optar al triunfo, una vez se ponga a derecha e izquierda los méritos
y decepciones.
Y sin embargo pienso que
aun estoy a tiempo de cambiarlo, que estos días con más tiempo libre de lo
habitual son una buena opción. Que las obligaciones son importantes y que el
trabajo es imprescindible pero que debemos estar capacitadas para vivir entre
una y otra y hacer de la vida gris que nos invade, y más ahora en tiempos de
niebla, una acuarela llena de colores, con tonos grisáceos, pero llena de
colores. Es por eso que pienso que no todo está perdido, que la Navidad debe
servir como espacio de reencuentro y no porqué sea la natividad de un Señor que
hace siglos que nos ha abandonado, si no porqué tenemos tiempo y porqué después
de tantos meses nos merecemos sentarnos, tomar una copa, mirarnos a los ojos y
poder reír, hablar o simplemente gozar de los silencios que proporcionan el
lenguaje de las miradas, de los gestos, del crujir de la leña en el fuego… Por
todo eso pienso que os debo desear unos buenos reencuentros, pues ¡las fiestas
siempre son buenas! Y daros las gracias pues si estáis leyendo eso significa que,
aunque sea en cuatro palabras, ya nos hemos empezado a reencontrar.
Feliz encuentro y prósperos
reencuentros en 2013
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