domingo, 23 de diciembre de 2012

Siento, presiento y sin embargo pienso...


Siento, presiento y sin embargo pienso...


Siento que un año más se nos escapa de las manos. Como el niño que quiere retener el agua entre sus dedos y ve como, inexorablemente, se le escapa entre los huecos formados por su piel. Como el goteo, poco a poco, le va vaciando aquel cuenco que había formado uniendo derecha e izquierda. Un poco es lo que siento cuando se emprende la recta final del año, que tiene su salida en las fiestas de Navidad. Mañana empiezan y por este motivo hoy, más que ningún otro día siento que, una vez más, se me ha escapado de las manos, que he perdido más el tiempo de lo que era debido y que, por descontado, he pasado mucho menos tiempo del que quería con las personas que ahora mismo me dedicáis unos segundos en leer estas cuatro líneas. Siento no haber tomado más cafés, ratitos, mañanas, tardes o noches, porqué al final, lo poco que nos queda de esta partida son las risas, los buenos momentos vividos y la alegría que produce poder recordarlos....

Presiento que con la llegada del año nuevo nada cambiará. Como el que se engaña con una dieta que empieza el lunes por la mañana, en el desayuno, y antes de las doce ya se ha comido una chocolatina de escondidas. O el que quiere dejar de fumar encendiéndose un pitillo después de las comidas. Como ellos, presiento que el año nuevo no me traerá compartir más rato con quien quiero, más tiempo ganado a la vida en charlas que no van a ninguna parte pero que ayudan a que el viaje sea mucho más soportable. Minutos de partida que, pese a no ser vitales, son imprescindibles para ser capaz de llegar al final del juega con dignidad y unas mínimas opciones de optar al triunfo, una vez se ponga a derecha e izquierda los méritos y decepciones.

Y sin embargo pienso que aun estoy a tiempo de cambiarlo, que estos días con más tiempo libre de lo habitual son una buena opción. Que las obligaciones son importantes y que el trabajo es imprescindible pero que debemos estar capacitadas para vivir entre una y otra y hacer de la vida gris que nos invade, y más ahora en tiempos de niebla, una acuarela llena de colores, con tonos grisáceos, pero llena de colores. Es por eso que pienso que no todo está perdido, que la Navidad debe servir como espacio de reencuentro y no porqué sea la natividad de un Señor que hace siglos que nos ha abandonado, si no porqué tenemos tiempo y porqué después de tantos meses nos merecemos sentarnos, tomar una copa, mirarnos a los ojos y poder reír, hablar o simplemente gozar de los silencios que proporcionan el lenguaje de las miradas, de los gestos, del crujir de la leña en el fuego… Por todo eso pienso que os debo desear unos buenos reencuentros, pues ¡las fiestas siempre son buenas! Y daros las gracias pues si estáis leyendo eso significa que, aunque sea en cuatro palabras, ya nos hemos empezado a reencontrar.

Feliz encuentro y prósperos reencuentros en 2013





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