domingo, 16 de septiembre de 2012

No te conozco, pero...


Las redes sociales son un gran invento, sin duda. Facebook, Twitter, Linkedin y compañía ayudan a hacernos la vida más fácil, o complicada según se vea, pero nos han cambiado los tempos. Y, si entre todas, existe una red social por excelencia, esta es Twitter. Los vínculos que permite son infinitos y, a diferencia del resto, sin la necesidad de ser aceptados. Leemos lo que la gente publica sin pedir permiso, dando lugar a un bucle de opiniones realmente espectacular.

Algo a priori tan banal como un intercambio de tuits, a veces te hace reflexionar en cosas que, en otras circunstancias, no caerías. Algo parecido me pasó anoche. Era ya de madrugada y volvía conduciendo, cuando una serie de tuits de lo más mordaces, ácidos y divertidos me hizo escribir una respuesta para su autora. Tras un par de intercambios que no llegaron a los 240 caracteres, uno piensa como debe ser tal tuitero en la vida real.

No sé si os habrá pasado pero almenos a mi, contando la de ayer, ya van algunas. Lees los mensajes de las personas que sigues. Algunos para informarte de lo que te interesa, otros por el simple hecho de contrastar opiniones distintas a la tuya y, en cambio, un selecto y pequeño grupo tan solo porqué sí. Te divierten o los compartes, te ríes, los marcas como favoritos o los retuiteas. Y te paras a pensar y dices: “Si eso que está diciendo es una obviedad, una verdad aplastante”. Y tras eso reflexionas más para llegar a la conclusión que tales evidencias, de tan claras que son, a veces se olvidan y es imprescindible que alguien te las recuerde.

Recapitulando y no haciéndome más extensivo en aquello, venía a decir que seguro que todos tenemos en nuestro “time line” algún tuiter@ con el que dirías, a esta persona me gustaría llevármela de cañas, o a tomar un café. Porque sabes que, pese a no conocerla de nada, la conversación seguro que sería aprovechable y, al menos quien suscribe estás líneas sabe a ciencia cierta que desvirtualizar a esas personas nunca sería una pérdida de tiempo.

¿Y vosotros, tenéis también un grupo de personas virtuales a las que os gustaría conocer?

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