jueves, 6 de octubre de 2011

La envidia de Dios

Existe una delgada línea, a la vez que impenetrable, que separa a los hombres de los genios. Sin embargo, existe un abismo entre los que cumplen nuestros deseos y Dios. Supongo que por esto se les tiene envidia. Los genios son capaces de mejorar todo aquello que les rodea y se les acaba recordando con honores aunque su reconocimiento, en algunos casos, puede ser póstumo. Mientras, Dios cada vez es más terrenal, más prescindible y en resumen menos importante a la vez que las personas como Steve Jobs se les acaba elevando a los altares populares no por su condición sino por su trabajo.

Supongo que por eso les tiene envidia. Él con toda su magnificencia no logra ser recordado con la fuerza de los genios humanos; aquellos que sin súper poderes, sin omnipotencia se acaban haciendo un hueco en el imaginario popular por méritos propios y no por divina providencia.

Nunca conocí a Steve Jobs en persona, sin embargo, hoy sé más detalles de su vida de los que tal vez me corresponderían. Y, según cuenta la leyenda, no tuvo una vida fácil rematada por 7 años de larga enfermedad. Supongo que ese es el precio que deben pagar los genios, el precio de la envidia de Dios.

Me he dado cuenta que muchas veces aquellos a los que nos atrevemos a denominar genios acaban sufriendo eso con lo que título este post. Siempre nos quedará saber que hubiera pasado si la vida de Jobs hubiera sido larga (porqué próspera lo fue sin lugar a dudas), o hacia donde habrían ido los Estados Unidos de América con John Fitzgerald Kennedy (ya saben el de "no se pregunte que hace su país por usted, pregúntese que hace usted por su país), o si la vida de Walt Disney no se hubiera sesgado a la edad de la jubilación, si Magic Johnson no hubiera sufrido el SIDA, si no hubieran asesinado al padre de Michael Jordan, si Maradona no hubiera probado la coca...

Podría alargar la lista hasta millares de página pero creo que los ejemplos son más que suficientes. Al fin y al cabo, no se si es que Dios precisa llevarse nuestros genios para que (ahora seguro que será desde un Ipad) le ayuden a construir un mundo mejor o si simplemente se los lleva por la terrible envidia que siente de, con toda su magnificencia, no poder compararse a los logros que ellos, simples mortales, han logrado.

Es por eso que Dios, por favor, deja de un lado la envidia y déjanos a nuestros genios para nosotros que aquí te aseguro que nos hacen mucha falta.

In memoriam Steve Jobs

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