jueves, 14 de agosto de 2014

Lo siento

Un pequeño fragmento de un cuento

Lo siento, un par de palabras que son relativamente fáciles de escribir y de pronunciar, pero que demasiadas veces cuestan de decir, o cuando se dicen, ya es demasiado tarde. Porque decir lo siento implica reconocer que has hecho algo mal, que te has equivocado o simplemente que no has actuado como deberías haberlo hecho. Y demasiadas veces nuestro yo se resiste a admitir una equivocación. A admitirla, o hacerlo cuando ya es demasiado tarde.

Y generalmente todo deriva del miedo. El miedo que siento que, en ocasiones, se convierte en un atenazante. Se convierte en aquella neblina que nubla la clara visión que siempre tenía y que me impide ver la realidad con mis ojos, para acabarla viendo con los suyos, los del miedo. Entonces, cuando la neblina te ha afectado es cuando empieza la concatenación de errores.

Errores, uno tras otro y siempre pensando que el siguiente error enmendará el que acabo de cometer, Y, lógicamente, no es así. Si me abstrajera y lo viera desde fuera me diría "Estúpido! Abre los ojos, que la vas a cagar otra vez!". Pero no, no pude hacer eso. No pude ver desde fuera la cadena de errores que cometía desde dentro. Y mi yo miedoso se escuchó demasiado a su miedo y falló.

Dirán que es humano tener miedo. Cuando afrontas una nueva situación, puedes tener miedo. ¡Pues claro que sí! Porqué te mantiene con los pies en el suelo. Pero en el momento que es ese maldito miedo el que motiva tus acciones, en ese instante "date por jodido". Porqué hasta no salir de ese espiral la vas a seguirla cagando una vez detrás de otra. Llegados a este punto, darse cuenta de lo sucedido es un buen inicio. El diagnóstico que diría un médico. Pero a partir de ahí, hay que ser valiente para mirar a tu miedo a los ojos y decirle: "¡Vete a la mierda! Las riendas las vuelvo a coger yo!"

Al hacer eso, al recuperar el control, tengo que rehacer todo lo que el miedo fue destruyendo poco a poco. Y empezar así. LO SIENTO. Así que, seas quien seas, si me estás leyendo, que sepas que LO SIENTO, desde lo más profundo de mi corazón. Y ahora empiezo a saber porqué era, pues no era yo quien controlaba mis impulsos y la fui cagando una vez y otra vez y otra vez... Creo que esta vez, por fin, entendí la lección. Porqué he liado la madeja más de lo que debería, pese a estar sobre aviso. Pero no es hasta que el hilo te aprieta que te das cuenta que tenían razón y que estabas viendo desiertos en donde solo había un grano de arena. He pensado, he meditado y he llegado a esta conclusión, pues hice un todo de nada y lo hice por miedo. Ahora lo sé. Y lucharé y trabajaré para que las riendas estén en mis manos y no en las de mi yo miedoso, para que no haya madejas liadas y para saber diferenciar los granos de arena de las dunas del desierto.

LO SIENTO

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