Cuenta la leyenda que cuando se creó el mundo, y Dios
decidió dotarlo de seres humanos creó primero al hombre. Lo hizo a su imagen y
semejanza. Pero, no conforme con el resultado, del costado cerca del corazón,
le quitó una costilla. Con esa base creo y mejoró lo anterior. Lo hizo mandando
un mensaje muy claro: Desde el costado, para mirar de frente, porqué ambos
debían de ser iguales pese a todas sus múltiples diferencias. Y de corazón
porqué debían amarse y respetarse.
La salida del paraíso, el paso de los siglos y el amanecer
de los tiempos nos llevó en un momento crucial. En la cima de los mundos llegó
el momento de un relevo, un cambio capaz de adaptarse al nuevo mundo. Había tan
solo dos candidatos a ocupar el lugar del ser supremo, un hombre y una mujer.Ambos opositaban a las mil y una pruebas que el destino les tenía preparadas.
Hasta que llegó el momento final, con la máxima igualdad. En
ese momento, el mismo Dios que les había dotado de talento, intelecto y
raciocinio les exigió que hiciera uso de él al plantearles un enigma. El
problema era extremadamente complicado y requirió que cada uno de ellos hiciera
uso de toda la experiencia de vida: desde matemáticas hasta la alquimia, desde
la geografía a la más pura de las literaturas.
Pasaron semanas y ninguno de los dos fue capaz de hallar una
respuesta al enigma de Dios. En ese mismo momento, el Ser Supremo, siendo
incapaz de dar un veredicto les dijo a ambos que debían ser ellos quienes les
dieran la respuesta al mejor para ocupar ese lugar. En ese momento, los fieles
de ambos contendientes entraron en escena exigiendo que fuera su candidato el
escogido.
Mientras tanto, atónitos y ajenos a todo, ella y él
observaban atentamente los comportamientos. Ella tomó la palabra y dijo que,
con tal de evitar la guerra, cedía su puesto. Este gesto de extrema generosidad
dejó perplejo al mismísimo Dios. Fue en ese momento en que tuvo claro que Ella
debía relevarlo Además, de ambos fue la que más se acerco a la resolución del
problema. Los partidarios del hombre levantaron en armas y quisieron que se
cambiara la decisión.
Sin embargo, espada en mano, su líder se postró delante de
la elegida, dobló la rodilla y reconoció su derrota. Dio un paso al frente y se
plantó ante sus fieles anunciando que estaba al servicio de la escogida. Uno de
sus partidarios no dudó y lanzó al aire “Pero si es una mujer” a lo que él
contestó: “Es la mejor”.
La igualdad de oportunidades pasa por saber ver y reconocer
a los mejores, más allá de lo que se ve. Al fin y al cabo, lo mejor de cada uno
está en lo que no se muestra. En los pequeños tesoros que desconocemos y
hacemos aflorar de manera inesperada como los protagonistas de esta historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario