lunes, 2 de mayo de 2011

El valor de las ideas

2 de mayo de 2011. Será uno de esos días que, dentro de poco, saldrán en negrita en los libros de historia de los Estados Unidos de América y probablemente, en parte de la Europa Occidental. Ha muerto Osama Bin Laden, el cerebro de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York allá por el 11 de septiembre del 2001. Pero también ha muerto un ex aliado americano, encargado de resistir la invasión soviética en Afganistán con fondos reservados del Pentágono. Como siempre, las dos caras de una misma moneda.

Ante un hecho de tal magnitud, o no, quiero sacar mis propias conclusiones:

Han pasado casi diez años de los atentados en Nueva York, habiendo ataques posteriores como los de Madrid y Londres, aunque sin llegar a ser tan devastadores, por suerte. Hoy hace casi diez años que Al Qaeda se quitó la máscara y se mostró al mundo como una organización capaz de sorprender y golpear en el corazón; dos puntos clave, que relato en mi anterior texto su importancia.

Tal vez, hace diez años, en la guerra económica encubierta en Afganistán (oléoductos que van a la India y atraviesan el país y esas cosas) hubiera servido la muerte de Bin Laden. Sin embargo, diez años después, su mensaje ha calado en lo largo y ancho del mundo. A día de hoy, Osama Bin Laden puede ser que fuera solo una imagen, un tótem, pero no un sujeto activo. Es muy posible que el relevo en la cúpula estuviera ya hecho y que la muerte del padre espiritual sea inútil. 

Y puede ser que sea inútil porqué durante los últimos diez años, desde distintos altavoces y con toda la eficiencia de Internet, Bin Laden ha podido difundir su mensaje. Su sacrificio puede no ser sinó una cortina de humo para que sus herederos sigan trabajando su idea. 

En cierto modo, es como la batalla de las Termópilas. 300 espartanos resistieron y mataron a 25.000 persas antes de ser abatidos. Sin embargo, la idea, el orgullo de sentirse espartano caló muy hondo en la población. Leonidas dio su vida por su idea y sus herederos frenaron, tiempo después el avance del Imperio Persa, encabezado por Jerjes. El Rey persa sacrificó su vida por un ideal mayor, ganar la Guerra. 

Al fin y al cabo, los hombres pueden morir sin embargo el legado de sus ideas, si calan en una sociedad perdura por los siglos de los siglos. Solo así se entiende que hoy en día se sigan estudiando a los clásicos que dejaron sus obras escritas hace milenios. El poder de las ideas no entiende el paso del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario